El Alférez Apéstegui tomó en serio la orden del “jurado”, y temprano se retiró para dirigirse a la cuadra de tropa y dictar las disposiciones del caso: Preparación de 3 camiones Unimog con 24 soldados c/u y la respectiva escolta para el abanderado. De ahí se fue a descansar no sin antes darle parte al Oficial de Guardia (Teniente Falconí), que iba a salir antes del toque de diana. El teniente, que tenía ya la consigna de “seguir la corriente”, efusivamente felicitó al alférez por el honor del izamiento encomendado… Pero sabía que, de llegar el momento, no se debía permitir la salida del convoy.
La reunión continuó hasta la madrugada. Y mientras los “finalistas” aún celebraban y el resto descansaba en sus alojamientos, el alférez embarcaba a su tropa y los camiones encendían motores. Contra todo pronóstico, los camiones, a las 5:45 de la mañana del domingo 16 de Enero de 1971, traspasaron la Guardia del Cuartel Gregorio Albarracín. Por cosas del destino, los centinelas del portón y la tranquera, las abrieron sin dar cuenta al Oficial de Guardia. Posteriormente indicaron que lo hicieron por que el Alférez aseguró que “el teniente Falconí ya había dado permiso, y estaban con el tiempo retrasado”, y que ellos soldados- “no dudaban de la palabra de un oficial”. Una vez fuera del Cuartel, el convoy enrumbó hacia el Paso Peruano de Frontera de Santa Rosa. En ese ínterin el oficial de guardia, ya avisado por los centinelas, inmediatamente alertó al Jefe de Cuartel (My. César Aguilar). En vista de ello se llamó por radio al Puesto Fronterizo para que detuvieran al convoy, pero éste lo había traspasado hacía escasos minutos. El Jefe del Puesto Policial de Frontera, sólo comunicó que en esos precisos instantes “podía observar que el Puesto Fronterizo Chileno de Chacalluta levantaba la tranquera al convoy peruano”.
Como consta en las investigaciones posteriores, el Alférez indicó al Jefe de Carabineros de ese Puesto Chileno, que “tenía la orden de izar Bandera para el ceremonial en Arica”. El oficial de carabineros, asumiendo que se trataba de un ceremonial coordinado entre los respectivos altos mandos, lo dejo pasar. Al llegar a Arica, sucedió que ninguno de los choferes conocía la ciudad. Ante tal percance, deambularon por las calles hasta que encontraron a un carabinero, a quien inquirieron sobre la ruta a la cima del Morro. El carabinero les dijo que los guiaría al Cuartel “Rancagua” pues de ahí “salían las tropas para las ceremonias”.
Una vez frente al Cuartel Chileno, el carabinero se despidió, y el alférez peruano optó por presentarse a los oficiales “CH” de servicio, avisándoles del motivo de su presencia, y “que debían apurarse, pues la ceremonia era a las 8 AM”. Estos, sorprendidos, optaron por levantar la tranquera para que ingresara el convoy peruano. Según narró Apéstegui, él recién entendió que la situación era irregular puesto que “luego de 20 minutos de espera en que la tropa chilena aprestándose para pasar lista, los observaba con asombro”, se apersonó el propio Jefe de la Guarnición de Arica, quien luego de constatar la “presencia militar peruana en pleno Arica”, le indicó al Jefe de la Instalación, que “consultaría con Santiago respecto al ceremonial”.
En vista de ello, y habiendo tomado conciencia de la real magnitud de la situación por el nerviosismo y “perplejidad” de los chilenos, el alférez peruano, alzando la voz, indicó que “levantaran la tranquera porque había decidido volver al Perú”. Hubo cierta oposición de los oficiales chilenos, lo cual obligó al Alférez a advertir que “si no franquean el paso, me lo franqueo a la fuerza”. En vista de ello, y aún más sorprendidos, los chilenos optaron por levantar la tranquera. Obviamente que la otra alternativa era el uso de las armas por parte de los chilenos, lo cual en aquella época era impensable, debido al temor que tenían que nosotros los invadamos. Con ese temor y la actitud del Alférez, los chilenos aceptaron las condiciones impuestas por nuestras tropas. Eran otros tiempos. Gobernaba Velasco en el Perú. Como tardía reacción, los del Rancagua comunicaron al puesto de Chacalluta que “no dejaran pasar a los cholos”.
Al llegar a dicho Puesto, se acercó un carabinero y les indicó que debían volver a Arica porque “se había llegado al acuerdo de permitir el izamiento dela Bandera Peruana en el Morro”. Al no ser “convincente” la aseveración del carabinero, el Alférez ordenó que la tropa bajara de los camiones con las armas terciadas, y le advirtió que “él mismo levantaría la tranquera, y que en caso se opusieran, correría sangre”. Considerando que sólo eran 4 carabineros y los peruanos 55 soldados, los chilenos optaron por “permitir” que se levantara la tranquera. Nuestros soldados pasaron a pie y los vehículos lo hicieron, tras ellos.
Posteriormente las gestiones diplomáticas hicieron conocido en el ámbito castrense sudamericano aquel incidente claro está, con los chilenos como objeto de mofa. Fue la 1ra. vez que, desde el 7 JUN 1880, tropa armada del Perú, hizo presencia en Arica. Posteriormente, como medida administrativa, a los oficiales que participaron directa o indirectamente en ese incidente, se les reasignó al norte.
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